29 de febrero de 2012
21 de febrero de 2012
Suzanne
Le gustaba ser trapecista. Un día sin estar
preparada subió al mástil, empuñó las anillas y al realizar un salto mortal
cayó en la pista del circo y quedó medio descalabrada (…) Renoir la había
pintado con la frente abombada, secándose el pelo, bailando con sombrero de
flores; Toulouse- Lautrec la había dibujado sentada, la mano en el mentón
frente a una botella y un vaso, la boca amarga, los ojos turbios; Degas la
había inmortalizado atándose la zapatilla de ballet (…) Cuando regresaba de las
sesiones de modelo o de tomarse un pan rociado con vino tinto en la Posada del
Clavo donde tocaba el piano su amigo Erik Satie, la chica se encontraba en la
puerta de casa un ramo de flores de Lautrec con una nota: "Vale para unos
vasos de vitriolo". Un día el pintor descubrió los óleos y dibujos que la
chica realizaba de noche en secreto (…) Los mostró a los amigos. "¿A ver
si sabéis de quién son?". Eran de aquella jovencita. Entonces Lautrec le
quiso cambiar de nombre. Nunca podría ser una buena pintora llamándose
Marie-Clémentine.
Manuel Vicent. El
triple salto mortal de Suzanne Valadon.
10 de febrero de 2012
3 de febrero de 2012
La Tierra de Mapple White
- ¿Y usted Summerlee?
-Me retiraré de la enseñanza, y así hallaré tiempo para proseguir mi clasificación definitiva de los fósiles calcáreos.
- Y yo usaré mi parte - dijo Lord John Roxton - para equipar una expedición bien organizada y echar otro vistazo a nuestra querida y vieja meseta. En lo que se refiere a usted, compañerito, por supuesto gastará la suya en casarse.
-Pues no pienso hacerlo, todavía- dije con una sonrisa apesadumbrada-. Creo que más bien me gustaría ir con usted, si me acepta.
Lord Roxton no dijo nada, pero una mano morena se extendió hacia mí a través de la mesa.
Arthur Conan Doyle. El mundo perdido
Arthur Conan Doyle. El mundo perdido
2 de febrero de 2012
Masas de auga 2
Algún día, cuando disponga de un escritorio mejor que una lata de conservas y de instrumentos más útiles que un trozo de lápiz gastado y un último y estropeado cuaderno, escribiré un relato más amplio (...) las fugaces visiones que tuvimos acerca de las extrañas condiciones de la pasmosa Tierra de Mapple White. La memoria por lo menos nunca me fallará, porque mientras me quede un aliento de vida, cada hora y cada acción de esta época permacerá tan firme y clara como los primeros acontecimientos extraños de nuestra niñez.
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