16 de julio de 2014

Cuaderno de notas.

                                   



22 de noviembre de 2013

Serie B



Retrato de un cartujo.




Caperucita de Guimarães





Almacén de antigüedades.


  Una noche que vagaba sin rumbo fijo por la ciudad abstraído en mis meditaciones, fui detenido en ellas repentinamente al oír una pregunta proferida por una vocecita dulce y de simpático timbre, cuya significación no entendí, pero que parecía dirigida a mí. Me volví y hallé a una preciosa niña que me suplicaba le encaminara a una calle muy lejana del lugar donde nos hallábamos.

—Está muy lejos de aquí, hija mía —le dije.

—Ya lo sé, señor —respondió con timidez—, porque he venido desde allí antes, esta misma noche.

— ¿Sola? —Le pregunté sorprendido.


— Sí, señor: eso no me importa; pero ahora estoy algo asustada, porque me he extraviado.

— ¿Y por qué te has dirigido a mí? Supongamos que te engañara...

—Tengo la seguridad de que usted no haría eso; es usted tan anciano y anda tan despacio... —añadió la pequeña.



Charles Dickens

4 de noviembre de 2013

1 de noviembre de 2013




Los que están sentados en una butaca sueñan con viajar y los que viajan sueñan con estar sentados en una butaca.






Un barco inmóvil














25 de octubre de 2013

Un día laborable




Wislawa Szymborska, de Mil alegrías -Un encanto-,1967.


A mi corazón el domingo

Gracias te doy, corazón mío,
por no quejarte, por ir y venir
sin premios, sin halagos,
por diligencia innata.

Tienes setenta merecimientos por minuto.
Cada una de tus sístoles
es como empujar una barca
hacia alta mar
en un viaje alrededor del mundo.

Gracias te doy, corazón mío,
porque una y otra vez
me extraes del todo,
y sigo separada hasta en el sueño.

Cuidas de que no me sueñe al vuelo,
y hasta el extremo de un vuelo
para el que no se necesitan alas.

Gracias te doy, corazón mío,
por haberme despertado de nuevo,
y aunque es domingo,
día de descanso,
bajo mis costillas
continúa el movimiento de un día laboral.

Raging Bull


Scene Song


4 de octubre de 2013

Un caballo de cartón y una andadora.





 



Y te enviaré mi canción:
“Se canta lo que se pierde”,
con un papagayo verde
que la diga en tu balcón.


      

30 de septiembre de 2013

19 de abril de 2013

5 de abril de 2013

20 de marzo de 2013

Negra Sombra







Si cantan, es ti que cantas,
si choran, es ti que choras,
i es o marmurio do río
i es a noite i es a aurora.








21 de diciembre de 2012

Mitos de motel.Andrés Delgado



Me detengo en la entrada, estiro el cuello por la ventanilla del carro y hablo con el altoparlante empotrado en la columna. Esperar a la entrada a un motel causa ansiedad y a veces pánico. Nunca será un evento cualquiera a menos que vengas a trabajar. Digo que me esperan en las oficinas y me abren las puertas metálicas.





Ahora estoy sentado en una sala con poltronas blancas y florero amarillo. Me recibe Alejandra Galeano, administradora del motel y encargada de darme un recorrido. La idea es mostrarme el funcionamiento del negocio. Comenzamos en la recepción, que no es un hall con azafata sonriente detrás de la barra sino un mini mercado con estanterías atiborradas de productos del bar, atendido por una señora con gorro hospitalario, delantal rojo y chanclas.





Luego de meterme por las entrañas del motel, tengo dos seguridades: En Motivos no hay cámaras detrás de los espejos. Y tengo que volver, pero como un anónimo.


 REVISTA DIGITAL


13 de diciembre de 2012

14 de noviembre de 2012

7 de octubre de 2012

Fronterad



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Náufragos. Sebastian Antezana


14.12.21 p.m. El golpe de la memoria fue violento y sorpresivo. Ella todavía me miraba esperando una respuesta pero en sus ojos se leía sorpresa e intriga. No supe cómo articular en una expresión o en un par de oraciones rápidas lo que intentaba decirle, lo que sentía que ya no podría explicarle, que el estar pendiente de qué hora era había acabado para mí un día hace ya doce o trece años, en medio de un río y un viaje que tenían todo y no tenían nada que ver con el que nos había reunido allí. Permanecí mudo, en un silencio horrible cargado de culpa. Tenía frente a mí una tabla de salvación, una posibilidad real de escapar del círculo de soledad y fugacidad que me envolvía hacía días, y a pesar de ello no hice nada. Me comencé a sentir mal. Mal, además, porque sabía que al no decir nada la estaba abandonando, la estaba dejando sin lo que parecía ser el único punto de referencia que había encontrado entre la marea de pasajeros, el único puerto en medio del agua. Yo era su última posibilidad esa tarde y a pesar de eso, a pesar de saber que nos traicionaba a los dos, la iba a dejar sola.




14.12.30 p.m. Entonces se dio la vuelta y sin decir una sola palabra más, dándose cuenta de nuestro mutuo naufragio, de nuestra irremediable soledad, se alejó y se perdió en medio de la multitud.